No es lo que crees, no son manos de paja ni cabeza de calabaza ni ojos ciegos ni pies de palo. Es mi disfraz, camuflaje para distraer pájaros y nubes.
Incongruente,
en un huerto simétrico, permanezco hundido en un sueño permanente, disimulando
el ansia de andar descalzo en los terrones, sangrándome los pies con los
cristales, o de sentarme al borde de la acequia y arrojar piedrecitas en el
agua para ver cómo en círculos concéntricos se enarca en asombro como cejas de
niño.
Un día, cualquier día, caeré bajo el influjo de un río de luna pálida, desapareceré en el viento, en el tiempo, en el paisaje, despertaré en la cima de una realidad oculta, caeré desde arriba, volaré sin sustento, me romperé en pedazos y en este corazón de paja y de madera, latirá la hondura de ser sólo recuerdo.