(Foto: Ana María Nicola)
Quién
llama a tu ventana
y
recorta el suspiro
en
flecos de cometa
la
flor azul
se
aferra a la ladera
y
las palomas rompen
la
tarde con sus alas
quién
llama a tu ventana
en
los anocheceres de humo
descalzo
de caricias
el
sueño se asoma
a
un abismo de insomnio
huye
el día
la
luz no se decide
aferrada
a las nubes
moradas
y sangrantes
suelta
un brazo y lo sumerge
en
la laguna quieta
asediada
de verdes
quién
llama a tu ventana
y
no respondes
no
se atreve el dolor a abrir los ojos
y
permitir
-de
par en par las celosías-
dejar
entrar la sombra que anochece
en
el dintel
culpada
y penitente
quién
pronuncia tu nombre en las esquinas
y
te reclama
insomne
en
los cristales.